Año 12. Nº 1


LAS ESPECIES ORNAMENTALES COMO FACTOR DE IDENTIDAD REGIONAL EN CHILE

 

M. Gabriela Saldías Peñafiel

Escuela de Arquitectura del Paisaje

Universidad Central de Santiago de Chile.

e-mail: gsaldias@terra.cl

 

 

INTRODUCCIÓN

 

 “Chile y sus bellos paisajes”, es una buena definición del país y slogan habitual para su promoción turística, constituyendo  la vegetación con su escasez o abundancia la que delinea cada uno de los múltiples paisajes.  A la vez, una combinación de las variables climáticas, geomorfológicas, edáficas, de influencia marítima y altitud son las que condicionan las posibilidades de adaptación y buen establecimiento del material vegetal para cada situación en particular.

En la memoria de cada cual suelen quedar registrados elementos que caracterizan y evocan lugares visitados, lo que suele ser muy nítido cuando se trata de lugares no intervenidos, como aquellas áreas silvestres con baja presión antrópica. Sin embargo, la situación cambia cuando lo visitado es un área urbana, una gran ciudad colmada de edificios, calles, asfalto, postes y cables. Pues bien, especialmente en aquellos lugares urbanos en que las obras de arquitectura con valor son escasas y en que los elementos geomorfológicos del paisaje no están a la vista, es la flora la que puede marcar la diferencia y allí está la labor de los especialistas, en buscar las especies que efectivamente logren imprimir el sello y la distinción regional.

Resulta paradojal que todavía sean los ciruelos de flor, Prunus cerasifera cv. pisardii, los más recordados después de visitar muchas de nuestras ciudades. Se repiten las especies vegetales de uso habitual en el espacio público aunque en muchos casos existan graves restricciones para lograr un buen establecimiento y desarrollo. A modo de ejemplo Acer pseudoplatanus en la Región Metropolitana, crece unos pocos centímetros cada año (Green, 2006), su follaje se seca prematuramente cada verano por presentar una alta sensibilidad al ataque de ácaros y una mala tolerancia al aire contaminado y sequedad atmosférica, en cambio en la X Región crecen magníficamente (Fotos 1 y 2),  desplegando todo su potencial, generando grandes y frondosas copas, aunque no se trate de una especie autóctona.

Por lo mismo la selección vegetal para cada proyecto u obra de paisajismo es más que un mero trámite o la última etapa antes de finalizar el diseño. Por el contrario es un trabajo que requiere dedicación, paciencia y conocimientos, de manera de poder combinar una equilibrada proporción del material nativo propio del lugar y también aquellas plantas con adecuación regional proveniente de climas similares, buscando la diferenciación.

Lo tradicional en el país ha sido el uso de la flora exótica para uso en paisajismo (Teillier, 2008). Sin embargo, la mirada está puesta hoy día en un reconocimiento del patrimonio natural y en valorar los elementos que caracterizan el paisaje, en lo cual la vegetación nativa cumple un rol  primordial.

 

REVISIÓN DE CASOS

 

I  Zona norte

San Pedro de Atacama y los pueblos del altiplano de la Región de Antofagasta, forman un circuito turístico de alta demanda nacional e  internacional. Probablemente, ha sido la causa del interés creciente por rescatar y resguardar lo propio, que incluye tanto al patrimonio natural como al cultural.  El clima desértico en altura (http://www.sanpedrochile.com/deatacama/el-clima-en-san-pedro-de-atacama-2005061352/) se caracteriza por presentar grandes oscilaciones térmicas diarias, que pueden superar los 20°C y muy escasas precipitaciones. Los cielos se mantienen despejados a lo largo del año y la radiación solar es intensa, cobrando especial importancia la sombra de los escasos árboles; los que se encuentran bajo protección por el Plan Regulador Comunal. 

De acuerdo a la clasificación realizada por Gajardo (1995), la ciudad se emplaza en la Región fitogeográfica “Desierto del Salar de Atacama” que forma parte de la Sub Región del Desierto Andino. El autor hace mención a la escasa vegetación y que esta se circunscribe a los cauces de los ríos y a los oasis que bordean el salar. Las únicas especies arbóreas presentes en sus formaciones son  Prosopis alba (algarrobo) y Geoffroea decorticans (chañar). En el paisaje, destaca la comunidad formada por Atriplex atacamensis (cachiyuyo) y Tessaria absinthioides (brea) como especies representativas, en tanto que otros arbustos importantes son: Baccharis juncea (suncho),  Acantholippia punensis (rica rica) y Ambrosia artemisiifolia. 

Considerando la clasificación en pisos de vegetación propuesta por  Luebert y Pliscoff (2006) la zona estaría incluida en el piso del Matorral Desértico, denominado “Matorral Desértico Tropical Interior de Atriplex atacamensis (cachiyuyo) y Tessaria absinthioides (brea)”. La composición florística comprende las especies: Atriplex atacamensis, A. madariagae, Baccharis juncea, B. scandens, Caesalpinia aphylla, Distichlis scoparia, D. spicata, Geoffroea decorticans, Heliotropium curassavicum, Lycium humile, Prosopis alba, Sarcocornia andina (S. fruticosa) y Tessaria absinthioides. 

Por consiguiente, en el área, solo unos pocos árboles se adaptan a las rigurosidades del clima. Entre los representantes de la flora nativa están: el algarrobo (Prosopis alba), el chañar (Geoffrea decorticans), (Fotos 3 y 4) y el pimiento (Schinus molle) ( Riedemann et al , 2006).

 

Situación y vegetación urbana de San Pedro de Atacama y plaza de Socaire

 

Uno de los recorridos imperdibles lo constituye  la plaza de San Pedro de Atacama que está inserta en el sector declarado “zona típica” y representa el casco antiguo del poblado. Se encuentra en estrecha comunicación con edificios valiosos: la iglesia, la casa de Pedro de Valdivia (Monumento Nacional), la Casona Municipal y la casa parroquial, potenciando la centralidad.

La iglesia es Monumento Nacional desde 1951. Los inicios de su construcción se remontan a 1774 y está fuertemente ligada a la historia y tradiciones de sus habitantes.

Las piedras y canales de regadío corresponden a materiales de construcción  y formas de conducción del agua características de la cultura de la zona.

La vegetación está muy bien representada por los añosos pimientos, Schinus molle que le dan prestancia al lugar (Foto 5) Son árboles característicos del norte del país, muy bien adaptados a los ambientes secos. En la plaza de San Pedro se percibe una buena combinación y puesta en valor  del legado cultural y natural de la zona.  

Uno de los lugares de reciente remodelación, gracias al Programa de Espacios Públicos del Ministerio de la Vivienda y Urbanismo, es la iglesia de Socaire con su plaza, la que  forma parte del patrimonio histórico y cultural de los habitantes de Socaire. Su construcción data de la época colonial con materiales y técnicas propias de la zona.

Es un lugar de encuentro y celebración de fiestas religiosas para los habitantes del pequeño poblado y sus visitantes. En su diseño se conservaron las terrazas, forma respetuosa de utilización de los terrenos en pendiente de los pueblos originarios. 

Con el propósito de mantener la identidad, se utilizó la piedra del lugar en la materialidad de las obras de mejoramiento de la plaza, igualmente se conservaron los árboles existentes: cipreses y algarrobos,  y se plantó exclusivamente la especie exótica, mioporo, Myoporus laetum (Fotos 6 y 7). ¿Existe alguna explicación qué justifique esta decisión?

Resulta incomprensible que no se plantaran especies nativas, aún cuando a nivel comunal y regional se consideraron como importantes; los algarrobos, los chañares y los pimientos son los árboles que se espera encontrar en el desierto y sin dudas, que su sola presencia sería capaz de reforzar la singularidad del paisaje patrimonial. Además, también se podrían incorporar una gran variedad de arbustos bajos y compactos como ejemplo: Fabiana bryoides, Mulinum crassifolium, Azorella compacta y gramíneas duras como Stipa spp. y Festuca chrysophylla, y otros utilizados por los lugareños, con fines medicinales, rituales o en la construcción.

 

II Zona Centro Norte/ Norte Chico

 

La Región de Coquimbo (IV), se ubica en la zona semiárida del oeste de Sudamérica, al sur del desierto de Atacama (Novoa, 2001); se encuentra en una transición entre clima mediterráneo desértico y semi-desértico, con diferentes matices: húmedo y nuboso en el litoral y estepario cálido en el interior. 

Quintanilla (1983) hace hincapié en que el territorio de la Región de Coquimbo es uno de las más antropizados del país y por consiguiente en el se encuentran los ecosistemas más alterados y los que, a su vez, poseen intensidad de introducción de especies exóticas, tanto de flora como de fauna. Destaca que la tala y la deforestación se iniciaron desde la época del descubrimiento y la conquista, para continuar durante la república con el auge minero y agrícola, al cual hoy día se le agregan el desarrollo agro-frutícola, vial e industrial. Este mismo autor define para la vegetación de la zona la Ecorregión de las estepas de arbustos espinosos. Hace alusión a que aun existen pequeños valles asoleados que conservan una flora nativa con escasos árboles, entre ellos; el guayacán, Porlieria chilensis; el chañar, Geoffrea decorticans; al algarrobo, Prosopis chilensis; el molle, Schinus latifolius; el pimiento, Schinus molle; el litre, Lithraea caustica, el quillay, Quillaja saponaria y el bollén, Kageneckia oblonga, todos los cuales viven en ambientes deficitarios de humedad.

Considerando la clasificación de la vegetación que realiza Gajardo (1995),  la formación de la zona sería el “Matorral Estepario del Interior” que se encuentra incluida en la Sub Región del Matorral Estepario del Interior y en la Región fitogeográfica del Bosque y del Matorral Esclerófilo. Corresponde a un sector con grandes limitaciones hídricas, las precipitaciones son escasas e irregulares (8 a 10 meses secos). Las asociaciones vegetales características que describe Gajardo (1994) están formadas especialmente por arbustos resistentes a la sequía, tales como: Fluorensia thurifera, Heliotropium stenophyllum, Colliguaja odorifera, Cordia decandra, Senecio murorum, Fabiana barriosii, Adesmia tenella, Bridgesia incisifolia, Ephedra chilensis (E. andina), entre otros; y muy pocos árboles, Prosopis chilensis, Acacia caven y Schinus polygamus. 

De acuerdo a Pliscoff y Luebert (2006) se reconocerían los pisos vegetacionales “Matorral desértico mediterráneo interior de Flourensia thurifera y Colliguaja odorifera”. Lo describen como un matorral abierto dominado por Flourensia thurifera y Colliguaja odorifera, generalmente acompañadas por los arbustos: Bridgesia incisifolia, Ophryosporus paradoxus, Proustia baccharioides, Senna cumingii var. coquimbensis, Ephedra chilensis,  entre otros. También son características las cactáceas columnares: Eulychnia acida y Echinopsis coquimbanus. En las situaciones de mayor humedad se encuentran Cordia decandra y Porlieria chilensis y en los bordes de los cursos de agua Salix humboldtiana y Maytenus boaria. En los bajos, cerca de las quebradas crecen los espinos (Acacia caven).

 

Situación y vegetación urbana de Ovalle

 

Al recorrer la ciudad de Ovalle es difícil encontrar flora nativa representada en sus calles y plazas, por el contrario son las especies foráneas las que predominan.  Como punto de referencia de esta situación se puede tomar la plaza de armas de la ciudad, que  en una vista panorámica (Foto 8), desde cierta distancia y altura, se distingue el espacio ocupado por la plaza como un gran vergel formado por una trama boscosa, en que se entrelazan las copas de los numerosos jacarandás (Jacaranda mimosifolia), y diversidad de especies foráneas: ciprés (Cupressus sp.), casuarina (Casuarina cunninghamiana), chamaecyparis (Chamaecyparis lawsoniana), araucarias (Araucaria heterophylla),  enmarcados por ordenadas hileras de palmeras (Phoenix canariensis) en la periferia. Aún así, con ausencia casi absoluta de especies nativas salvo unos pocos debilitados chilcos, es una flora adaptada a las condiciones edafoclimáticas de la zona y constituye parte de la historia e imagen de la ciudad.

Algunos escasos representantes del material nativo iluminan, aportan belleza y acercamiento a los elementos del paisaje natural; los que se encuentran dispersos en terrenos baldíos, como ocurre con la alcaparra (Senna cumingii var. coquimbensis) (Fotos 9 y 10).

Así también, en la ribera urbana del río Limarí, (Foto 11) traspasando la barrera de escombros y basura, quedan remanentes de especies nativas como fieles representantes de lo que en otra época fue más abundante: espino (Acacia caven), heliotropo (Heliotropium stenophyllum)monteazulillo (Senecio murorum), espinillo (Adesmia sp), quilo (Muehlenbeckia hastulata), chilca (Baccharis marginalis) sauce (Salix humboldtiana)romerillo (Baccharis linearis, en la foto 11), rabo de zorro (Ophiosporus triangularis), algarrobo (Prosopis chilensis), maitén (Maytenus boaria),  huingán  (Schinus polygamus), (PULSO Estudios Territoriales, 2004- 2005).  

Una buena manera de enmendar el deterioro y destrucción del paisaje y vegetación nativa de la región debería considerar la inclusión de algunas especies que están con problemas de conservación, de acuerdo al listado presente en el Libro Rojo de la Flora Nativa, IV Región de Coquimbo,  en las nuevas plantaciones del espacio verde de las ciudades de la Región. (Tabla 1).

 

III Zona Central

 

La Región Metropolitana de Santiago se inserta en tres de las ocho regiones vegetacionales descritas para el país (Región de la Estepa Alto Andina, Región del Matorral y Bosque Esclerófilo y Región del Bosque Caducifolio) y comprende nueve de las 84 formaciones de vegetación descritas, las que se extienden más allá de los límites de la Región (CONAMA Región Metropolitana, 2004). 

Tal como lo afirma Gajardo (2004), la zona central del país refleja un alto grado de alteración de las comunidades vegetales, al extremo que podría afirmarse que son excepcionales las muestras de la vegetación original. En la Región del Matorral y del Bosque Esclerófilo predominan los árboles esclerofilos, con gran desarrollo en altura; los arbustos altos con hojas duras (esclerofilas); los arbustos bajos xerófilos, los arbustos espinosos y algunas suculentas, cactáceas y bromeliáceas.

La vegetación está adaptada  a un clima templado cálido en que las lluvias invernales se concentran entre mayo y agosto, cuando precipita el 80% del monto total anual (http://www.mapasdechile.com/clima_region_metropolitana/index.htm) y una estación seca prolongada de 7 a 8 meses en gran parte de su territorio, a excepción del sector cordillerano, sobre los 2.000 m de altitud, donde el período de déficit hídrico es menor.

Entre los pisos de vegetación descritos por Luebert y Pliscoff (2006) para la región se incluyen: los del Bosque Esclerófilo mediterráneo andino de Quillaja saponaria y Lithrea caustica, del  Bosque Esclerófilo mediterráneo costero de Lithrea caustica y Cryptocaria alba y del Bosque Espinoso mediterráneo interior de Acacia caven y Prosopis chilensis.

El piso del  Bosque Esclerófilo mediterráneo andino de Quillaja saponaria y Lithrea caustica está dominado por Lithrea caustica (litre) y Quillaja saponaria (quillay), a los que generalmente se asocian Cryptocarya alba (peumo), Peumus boldus (boldo y Schinus latifolius (molle). Presenta un importante contingente de arbustos esclerófilos, caducifolios de verano o espinosos como Colliguaja odorífera (coliguay), Escallonia pulverulenta (corontillo),  Eupatorium glechonophyllum (barba de viejo), Lobelia excelsa (tabaco del diablo) y  Retanilla trinervis (tebo), entre otros. 

En la zona central y en la Región Metropolitana en particular, como consecuencia del clima  se producen limitaciones que no permiten la actividad fotosintética  en forma continua a lo largo del año (Montenegro et al, 1988). Durante el invierno existe disponibilidad hídrica por las precipitaciones, pero el factor limitante son las bajas temperaturas. Por el contrario, en los meses estivales la restricción es la ausencia de precipitaciones, aún cuando las temperaturas sean favorables. Viviendo bajo estas condiciones climáticas, las plantas han desarrollado diversas formas de crecimiento y estrategias que les permiten soportar las temporadas desfavorables como ocurre con los árboles siempreverdes (ej: peumo, quillay, litre), los arbustos deciduos de verano (ej: tebo (Retanilla trinervis), tralhuén ( Trevoa quinquinervia), las suculentas (cactáceas) representadas por Echinopsis chilensis (quisco) o evadirlas como las hierbas perennes (muchas de ellas geófitas) y las hierbas anuales.

Un grupo importante de los arbustos y árboles siempreverdes de la zona central forman parte de la vegetación esclerofila, que se caracteriza por la dureza de sus hojas cuyas epidermis están cubiertas por  gruesas capas de cera  y por el aumento del grosor de las paredes celulares de la lámina foliar, además, los vasos encargados de conducir el agua están rodeados por células alargadas de paredes impermeables denominadas fibras esclerenquimaticas (Montenegro et al, 1988). Representantes característicos son: el Quillaja saponaria, Cryptocarya alba, el belloto del norte (Beilschmiedia miersii) Peumus boldus, el litre Lithraea caustica y el bollén Kageneckia oblonga.

CONAMA-Región Metropolitana (2004) ha desarrollado una “Estrategia de Conservación de la Biodiversidad  de  la R. Metropolitana”, debido a que la ecorregión de Chile central, uno de los 5 ecosistemas mediterráneos existentes, es considerada como una de las 25 áreas que la Fundación Internacional para la Conservación en Washington DC ha identificado como centros de la biodiversidad mundial (hotspot); con una gran riqueza de endemismos, pero intensamente amenazados por la actividad humana, lo que hace prioritaria su conservación.

En forma adicional se debe considerar que un grupo importante de especies se encuentran entre aquellas con problemas de conservación y están incluidas en estados de conservación como en peligro, vulnerable o rara. Según antecedentes de dicha estrategia solo algunas de ellas se encuentran en el Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado (Tabla 2); en consecuencia, el uso de ellas en las obras de paisajismo en las áreas verdes urbanas es una buena medida que contribuye a su conservación, a la vez que conecta al habitante urbano con el paisaje natural, muchas veces desconocido.

 

Situación y vegetación urbana

 

La Región Metropolitana, con sus 52 comunas, la mayoría urbanas, donde se concentra la mayor población del país (40% población nacional), ofrece una muy desigual provisión de áreas verdes a sus habitantes. La desigualdad es en cantidad y calidad, un indicador que así lo demuestra es la cobertura arbórea, de acuerdo al estudio realizado por el Departamento de Recursos Forestales de la Universidad de Chile (años 2001 a 2004); solamente 5 comunas de un total de 36 presentan una cobertura arbórea superior al 30%, Providencia (30,2 %), Lo Barnechea (34%), Las Condes (37.3%), La Reina (38.3%), Vitacura (44%). En el otro extremo las comunas urbanas más deficitarias son Quinta Normal (5,3%), Pudahuel (4,3%) y San Ramón (3,8%).  (Hernández, 2004)

Las comunas más deficitarias en áreas verdes y con menor cobertura arbórea están desprovistas de sombra y frescor durante las estaciones cálidas. Los árboles son pequeños, débiles y excesivamente podados, quedando en evidencia los escasos años de plantación como también la existencia de malas prácticas como el vandalismo, las podas innecesarias, la plantación en suelos pobres y la deficiente calidad de la selección vegetal. 

La distribución de las áreas verdes replica el patrón de segregación propio de la Región (MINVU, 2008). Las comunas del sur y suroriente presentan índices apenas de 2,3 y 2,4 m2/hab, mientras que en el centro y el oriente, el llamado “barrio alto”, los números se elevan a 6,7 y 5,4 m2/hab respectivamente (Figuras 1 y 2). 

Tal como lo afirman autores como  Teillier (2008) y Green (2008) y como se comprueba al recorrer la región existe un predominio de vegetación caduca y exótica en el espacio público de todas las comunas. Hasta hace algunos años lo exótico era lo más valorado y el material más disponible en el mercado, sin embargo en la actualidad se percibe un interés creciente por incorporar especies nativas, especialmente las pertenecientes al bosque y al matorral esclerofilo, en parques, plazas y otras áreas verdes urbanas, como también formar parte del arbolado urbano. Contribuyen en este sentido una mayor disponibilidad del material vegetal en los viveros de plantas y una preocupación por crear áreas verdes sustentables con especies más adaptadas y con un menor requerimiento de riego. 

Una de las especies arbóreas más exitosas ha sido el quillay, Quillaja saponaria. Numerosos ejemplares crecen sin dificultad como se puede apreciar en calles y espacio público de la comuna de La Reina (Foto 12) También, frondosos ejemplares de peumo, belloto (Foto 13) y quillay distribuidos en parques y plazas son una muestra significativa de la adaptación y potencial de desarrollo posibles de alcanzar en el ámbito urbano. Numerosos arbustos, así como hierbas  perennes y anuales nativas se cultivan cada vez con mayor frecuencia en los parques y jardines de la Región, entre las que se encuentran las coloridas Alstroemeria, tanto nativas como híbridas (Foto 14).

 

Zona Sur

 

Valdivia, la encantadora ciudad de los humedales, se caracteriza por presentar un clima templado lluvioso con influencia mediterránea (http://www.meteochile.cl/climas/climas_decima_region.html) con un régimen de precipitaciones que puede superar los 2.000 mm anuales distribuidos a lo largo del año, sin la existencia de una estación estival propiamente seca. La humedad media es superior al 80% y no hay meses con humedad media inferior a 75%, lo que ayuda a mantener una homogeneidad térmica y favorece el buen establecimiento inicial de las plantas que suelen demandar tantos cuidados en otras latitudes del norte y centro del país.

De acuerdo con la clasificación efectuada por Gajardo (1994) en Valdivia crece naturalmente el bosque laurifolio, formado por grandes árboles siempreverdes, cuyas hojas son en su mayoría grandes, brillantes y de color verde oscuro.  Es posible distinguir una amplia variedad de árboles, arbustos y trepadoras, que van formando cuatro a cinco estratos. El conjunto vegetal origina un bosque muy denso y el interior es oscuro, con comunidades densas epifitas de helechos, musgos, hepáticas y líquenes. Una de sus comunidades más representativas es aquella integrada principalmente por Aextoxicon punctatum (olivillo) y Eucryphia cordifolia (ulmo) como componentes principales y , Chusquea spp. (quilas), Gevuina avellana (avellano), Hydrangea serratifolia (voqui naranjo), Luma apiculata (arrayán), Luzuriaga radicans (quilineja) y Myrceugenia  planipes (picha), como secundarios.

Hoffmann (1982) coincide en su caracterización con Gajardo y se refiere a la selva valdiviana de la costa como la formación vegetal más exuberante de Chile, muy rica en especies, densa y con varios estratos bien desarrollados. La abundancia de lluvias y la temperatura templada de la costa permitirían el crecimiento de árboles muy altos, los que pueden alcanzar 50 a 60 m de altura, constituyendo los principales integrantes especies como: Nothofagus obliqua (roble), N. dombeyi  (coigüe), Aextoxicum punctatum (olivillo), Podocarpus spp (mañíos), Laurelia sempervirens (laurel) y Weinmannia trichosperma (tineo).  El estrato medio está formado por renovales de especies arbóreas y arbustos, que incluyen Embothrium coccineum (notro), Azara microphylla (chin-chin), Chusquea spp. (quilas), Fuchsia magellanica (chilco) entre otros.  El estrato inferior lo componen helechos, musgos y hierbas. Además, numerosas trepadoras, parásitos vegetales y bromeliáceas complementan el conjunto aportando en el aspecto del bosque.

 

De acuerdo con la clasificación de Luebert y Pliscoff (2006), el área de Valdivia está incluida en el piso de vegetación del “Bosque Laurifolio templado interior de Nothofagus dombeyi (coigue) y Eucryphia cordifolia”  y la describe como una formación boscosa dominada por Nothofagus dombeyi y Eucryphia cordifolia de amplia repartición. Son importantes los elementos laurifolios como Eucryphia cordifolia, Persea lingue, Podocarpus saligna (mañío de hoja larga), Weinmannia trichosperma (tineo), Laureliopsis philippiana (tepa) y Dasyphyllum diacanthoides (tayú) en la estrata arbórea, pero la presencia dominante de Nothofagus dombeyi marca la fisonomía. Algunos otros componentes que forman parte de la composición florística son: Aetoxicon punctatum, Amomyrtus luma (luma), A. meli (meli), Aristotelia chilensis (maqui), Asplenium dareoides, Azara lanceolat (corcolén), Blechnum blechnoides, B. chilense (quil quil), Boquila trifoliolata (voqui), Caldcluvia paniculata (triaca), Chusquea quila, Ch. uliginosa, Dasyphyllum diacanthoides, Drimys winteri (canelo), Fuchsia magellanica (chilco), Gevuina avellana y Luma apiculata (arrayán).

 

Situación y vegetación urbana en Valdivia

 

La exuberante flora anteriormente descrita está escasamente representada en la ciudad, pero si muy bien descrita y recomendada por Riedemann (2003). Los escasos ejemplares adultos que se encuentran en el ámbito urbano son sorprendentes por los magníficos tamaños y arquitectura (Fotos 15, 16 y 17).

A pesar de la poca valoración que por años se le ha otorgado a la flora autóctona para uso urbano, un futuro promisorio es el que se vislumbra con las nuevas plantaciones (Fotos 18, 19, 20 y 21) y una mayor valoración de lo propio, así lo demuestran los arrayanes en la Costanera, los notros (Embothrium coccineum), y las armerias (Armeria maritima), en las nuevas urbanizaciones y parques, los helechos costilla de vaca (Blechnum chilense), en los humedales  integrados a las áreas verdes de la ciudad. Por cierto que todavía es una leve representación y queda un gran trabajo por desarrollar, especialmente seleccionando y plantando aquellas especies más impactadas por la sustitución del bosque nativo por especies exóticas y que presentan problemas de conservación en la Región,  (Lara et al, 1997) que se presentan en la Tabla 3. 

 

 

COMENTARIO FINAL

Los cambios culturales son procesos que toman su tiempo, como también lo toman los árboles en crecer. Así, como por muchos años las preferencias en materia de vegetación  recayeron sobre la flora proveniente de otros continentes y países, hoy el foco de atención se ha vuelto hacia lo propio, al rescate del paisaje e identidad regional.  En eso se está trabajando en el país, aún cuando quede mucho por educar y entusiasmar para que sea una realidad en los años venideros contar con la sombra y belleza de espléndidos ejemplares autóctonos en calles, parques y plazas, como símbolos indiscutibles de un patrimonio natural regional; dando el plazo, la protección y los cuidados necesarios para que los árboles y resto de vegetación se proyecten en su real dimensión.  

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

 

CONAMA REGION  METROPOLITANA, 2004. Estrategia para la Conservación de la Biodiversidad en la Región Metropolitana de Santiago.

 GREEN D. 2006. Seminario uso de especies nativas en Paisajismo Urbano. Universidad Central  Santiago de Chile.

 GREEN, D.  2008. Metodología de selección de árboles urbanos. Primera aproximación a la elaboración de un modelo selección de especies para espacios urbanos. Revista del Jardín Botánico Chagual. Año VI,  6: 5-12

 HERNÁNDEZ J. 2004. La situación del arbolado urbano en Santiago, URL: http://www.forestal.uchile.cl/ambiente_forestal/ambiente_forestal_3/cap3.pdf (visitada 9/07/2009).

JORQUERA C, 2001. Capítulo 15. La agricultura Regional y el deterioro de la Vegetación Nativa: una visión actualizada. En: Libro Rojo de la Flora Nativa y de los Sitios Prioritarios para su Conservación: Región de Coquimbo.  (F. A. Squeo, G. Arancio y J. R. Gutiérrez,  Ediciones Universidad de La Serena, La Serena, Chile (2001) 15: 239-251. 

LARA  A, DONOSO C &  J.C. ARAVENA. 1997. Capítulo 18: La conservación del Bosque nativo en Chile: Problemas y desafíos. En: Ecología de los bosques nativos de Chile. Editores:   Armesto J., Villagrán C. & M. Kalin.  Editorial Universitaria. pp. 335-362. 

GAJARDO, R, 1994. La vegetación natural de Chile, clasificación y distribución geográfica. Editorial Universitaria. 165 pp. 

MONTENEGRO, G.;  M.E. ALJARO,  G. AVILA & A.M. MUJICA, 1988. Capítulo 5. Las formas de las plantas y su potencial como recursos. Ecología del Paisaje de Chile Central. Editores: Fuentes E y S. Prenafeta. Ediciones Universidad Católica de Chile. pp.65-80.  

HOFFMANN A, 1982. Flora silvestre de Chile, Zona Araucanía. Ediciones de la Fundación Claudio Gay. 258 pp. 

MINVU, 2008. Actualización Plan Regulador Metropolitano de Santiago.
 URL: http://www.minvu.cl/opensite_20080421111026.aspx,   (visitada 9 /07/2009)
 

NOVOA  J. E. &  D. LOPEZ, 2001. Capítulo 2. IV Región: El escenario geográfico físico. En: Libro Rojo de la Flora Nativa y de los Sitios Prioritarios para su Conservación: Región de Coquimbo.  (F. A. Squeo, G. Arancio y J. R. Gutiérrez, Eds) Ediciones Universidad de La Serena, Chile (2001) 2: 13-28 

PULSO, 2004-2005. Diagnóstico Integral de Recuperación de la Ribera Urbana del Río Limarí y Plan Seccional, Comuna de Ovalle, Ministerio de Vivienda y Urbanismo IV Región de Coquimbo. 

QUINTANILLA V, 1983. Biogeografía.  Tomo III, Instituto Geográfico Militar. 230 pp. 

RIEDEMANN, P. &  G. ALDUNATE. 2001. Flora nativa de valor ornamental. Zona Centro. Editorial Andrés Bello. Santiago de Chile. 566 pp. 

RIEDEMANN, P. &  G. ALDUNATE. 2003.  Flora nativa de valor ornamental. Zona Sur. Editorial Andrés Bello. Santiago de Chile. 516 pp. 

RIEDEMANN, P.; G. ALDUNATE & S. TEILLIER. 2006.  Flora nativa de valor ornamental. Zona Norte. Ediciones Chagual. Santiago de Chile.
404 pp.

TEILLIER, S. 2008. Plantas de Chile en parques y jardines del mundo. Chloris Chilensis Año 11 N° 2.  URL: http://www.chlorischile.cl

 

Otras páginas web consultadas (visitadas 20 /07/2009):  

http://www.sanpedrochile.com/deatacama/el-clima-en-san-pedro-de-atacama-2005061352/)

http://www.meteochile.cl/climas/climas_decima_region.html

http://www.mapasdechile.com/clima_region_metropolitana/index.htm


Citar este artículo como:

Saldias, G. 2009. Las especies ornamentales como factor de identidad regional en Chile. Chloris Chilensis Año 12; Nº 1.
URL: http://www.chlorischile.cl


 

Volver a la portada